Iglesia Biblica de la Gracia Puebla
  • SERMONES
    • Sermones Generales
    • POR LIBRO >
      • ROMANOS
      • 1 TESALONICENSES
      • COLOSENSES
      • EFESIOS
      • 1 DE PEDRO
      • 1 CORINTIOS
    • SERIES POR TEMA >
      • La Salvación
      • La Santidad
      • Las Pruebas
      • Las Bienaventuranzas
      • La Familia >
        • La masculinidad y feminidad biblica
        • La Familia
        • El verdadero padre de familia
  • ESTUDIOS
    • FUNDAMENTOS DE LA FE
    • CONFERENCIA "LA SEGURIDAD DEL CRISTIANO".
  • BLOG
  • RECURSOS
    • Postales Cristianas
    • Libros
  • Nosotros
    • Declaración Doctrinal
    • Sobre la Membresía de la Iglesia
  • Gracia Abundante
  • Contacto
  • SERMONES
    • Sermones Generales
    • POR LIBRO >
      • ROMANOS
      • 1 TESALONICENSES
      • COLOSENSES
      • EFESIOS
      • 1 DE PEDRO
      • 1 CORINTIOS
    • SERIES POR TEMA >
      • La Salvación
      • La Santidad
      • Las Pruebas
      • Las Bienaventuranzas
      • La Familia >
        • La masculinidad y feminidad biblica
        • La Familia
        • El verdadero padre de familia
  • ESTUDIOS
    • FUNDAMENTOS DE LA FE
    • CONFERENCIA "LA SEGURIDAD DEL CRISTIANO".
  • BLOG
  • RECURSOS
    • Postales Cristianas
    • Libros
  • Nosotros
    • Declaración Doctrinal
    • Sobre la Membresía de la Iglesia
  • Gracia Abundante
  • Contacto

RECURSOS

Cuando el perdón llega antes del adiós: una historia de gracia y honra

7/4/2025

0 Comentarios

 
Foto
​El poder del perdón, la gravedad de nuestras palabras y la misericordia de Dios son realidades que, a veces, se entrelazan en momentos inesperados. Esta es la historia de un joven que, en medio de su inmadurez y enojo, vivió una experiencia que transformó para siempre su forma de ver a Dios, a sus padres y a sí mismo. Un testimonio que nos recuerda cuán frágil es la vida… y cuán grande es la gracia.
“Cuando era adolescente, mi papá no vivía con nosotros porque trabajaba en otra ciudad. Aunque no estaba presente físicamente, hablábamos todos los días por teléfono, y siempre sentí su amor y preocupación.

En mi segundo año de secundaria, mi mamá, mi hermana y yo nos íbamos a mudar para estar cerca de él. Estaba emocionado por lo que venía y mis amigos, sabiendo que me iría, querían organizarme una fiesta de despedida.

Con esa emoción, le hablé a mi papá para pedirle permiso. Pero su respuesta fue un “no”. Me dijo que estaba muy chico, que no sabía qué podía pasar, que prefería que no fuera. Eran preocupaciones de padre… pero en ese momento, yo no lo vi así.​

Me enojé. Colgué el teléfono molesto. Dije cosas que no debía y fui hiriente e impulsivo. En mi mente, estaba viviendo una injusticia. No pensé en su amor, sólo en lo que yo quería.

“Tu papá acaba de tener un infarto. Está hospitalizado.”
​

​Al día siguiente, fui a la escuela como cualquier otro día. Pero antes de que terminaran mis clases, ví a mi mamá llegar de repente. Su rostro estaba desencajado, lleno de angustia. Se acercó a mí con lágrimas y me dijo:

“Tu papá acaba de tener un infarto. Está hospitalizado.”
El mundo se me vino abajo.
“Dios… si existes, por favor… no dejes que muera sin poder disculparme.”

Lo primero que pensé fue en nuestras últimas palabras. Las palabras con las que cerré nuestra última conversación fueron de enojo, de deshonra. Sentí una culpa tan grande que me ahogaba. En silencio, sólo pude orar: “Dios… si existes, por favor… no dejes que muera sin poder disculparme.”
​

Y Dios, en su misericordia, respondió esa oración.

Mi papá sobrevivió. Estuvo un tiempo en recuperación, y yo tuve la oportunidad —una que no merecía— de pedirle perdón. Pude abrazarlo, decirle cuánto lo amaba, y empezar a comprender lo que significa honrar a nuestros padres. Desde entonces, el cuarto mandamiento quedó grabado en mi corazón:
“Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.”
– Éxodo 20:12
​“Incluso allí, en medio de mi pecado, el Señor se glorificó dándome otra oportunidad para vivir conforme a su Palabra”
Sé que las cosas pudieron haber sido distintas. Dios no tenía ninguna obligación de concederme esa segunda oportunidad. Yo había hablado desde la soberbia y la inmadurez, sin amor ni respeto. Pero incluso allí, en medio de mi pecado, el Señor se glorificó dándome otra oportunidad para vivir conforme a su Palabra.

A veces no vemos el valor de nuestros padres hasta que la vida nos sacude. En nuestra juventud —y también en la adultez— podemos pensar que ellos no nos entienden, que sólo quieren decirnos “no”, o que nos limitan por capricho. Pero muchas veces, ese “no” es cuidado. Es amor. Es protección.​

Ahora, aún en mi adultez, trato de honrar a mis padres todos los días. No porque sea perfecto, sino porque sé que el amor que ellos me han dado vino muchas veces en forma de límites, corrección o palabras firmes. Hoy lo entiendo y lo agradezco profundamente.”

Honrar a nuestros padres no significa estar siempre de acuerdo con ellos, pero sí implica respeto, gratitud y humildad. Este testimonio no es solo una historia personal; es un recordatorio para todos nosotros —seamos jóvenes o adultos, creyentes o no— de lo frágil que es la vida, y de lo necesarias que son la humildad, el perdón y la restauración.

Si has fallado, si has dicho cosas de las que te arrepientes o has actuado con orgullo, no es tarde para pedir perdón. A veces, un “perdóname” o un “gracias por lo que haces por mí” puede cambiar el ambiente de un hogar entero.
“La blanda respuesta quita la ira, mas la palabra áspera hace subir el furor.”
– Proverbios 15:1
Si tienes la oportunidad de pedir perdón, hazlo hoy. Si puedes llamar a tu padre o a tu madre y decirles cuánto los amas, hazlo sin esperar el “momento perfecto”. Y si no los tienes contigo, honra su memoria viviendo con sabiduría, gratitud y respeto por lo que fueron.

También, si estás confundido o luchando, no te aísles. Busca consejo. Habla con creyentes mayores que puedan ayudarte a ver las cosas con más claridad. Hay sabiduría en rodearte de personas que te aman y que quieren lo mejor para ti.​

Y sobre todo, recuerda esto: honrar a tus padres es también una forma de honrar a Dios. Aunque ellos no sean perfectos —como ninguno de nosotros lo es—, Él te ha puesto bajo su cuidado por un propósito.
Foto
“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.”
– Efesios 6:1
No importa tu pasado: Dios puede darte un nuevo comienzo. Ya sea que creas o que estés buscando respuestas, puedes acercarte a Él. Su misericordia alcanza incluso al corazón más endurecido. Su gracia puede restaurar lo que parecía perdido

Vive con propósito. Aprende a escuchar. Y no dejes que el orgullo te robe la oportunidad de amar, de restaurar y de crecer en gracia.​

Porque cuando el perdón llega antes del adiós, no sólo sana una relación, sino que transforma un corazón.
0 Comentarios

Tu comentario se publicará después de su aprobación.


Deja una respuesta.

    Artículos

    Artículos para el crecimiento espiritual del cuerpo de Cristo.

    Archives

    Julio 2025
    Junio 2025
    Septiembre 2019
    Mayo 2018
    Abril 2018
    Marzo 2018
    Abril 2017
    Noviembre 2016
    Octubre 2016
    Septiembre 2016
    Agosto 2016
    Junio 2016
    Mayo 2016
    Abril 2016
    Marzo 2016
    Febrero 2016
    Enero 2016
    Marzo 2015
    Febrero 2015
    Diciembre 2014

    Categories

    Todo
    Falsos Maestros

    Canal RSS

Iglesia Bíblica de la Gracia Puebla

Horarios: Domingo 11:00 am

Todos los derechos reservados

Consulta nuestra:
Declaración Doctrinal