DE MUERTE A VIDA: UN ENCUENTRO REAL CON LA GRACIA DE DIOS

A veces, las personas viven con una idea vaga de Dios —una figura lejana, quizás justa pero severa— y aún así siguen adelante con sus planes, sus sueños y sus errores… hasta que el dolor y la desesperanza hacen evidente que necesitan algo (o en realidad a Alguien) más grande que ellos mismos.

​Esta es la historia de una mujer que pensó que tenía el control de su vida, hasta que todo se vino abajo. Pero en esa ruina, Dios escribió una historia de redención.

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“Nací y crecí en un hogar católico, donde se me enseñaron ciertos principios morales. Creía en Dios, pero no en el Dios de la Biblia. Mi fe no era amor, ni confianza. Mi religión no me daba paz, solo miedo. Miedo a morir y miedo al castigo de Dios.

"Creía en un dios, pero no en el Dios de la Biblia"​

Como muchas personas, tenía sueños, y uno de ellos era casarme, formar una familia y construir una vida hermosa. Me enamoré y me casé, pero pronto, ese amor se convirtió en odio y rencor.
Mi esposo se volvió alcohólico, cada vez más atrapado en su adicción, y nuestro matrimonio llegó al borde del divorcio. Esa familia que soñé, simplemente desapareció. Mis ilusiones estaban destruidas y eso me llevó al límite, yo también comencé a vivir una vida desordenada, quería ocultar mis vacíos a través de lo que ofrecía este mundo, sintiéndome cada vez más sola y perdida. 

“Porque la paga del pecado es muerte…”
— Romanos 6:23 RVR1960

Pero lo que no sabía era que Dios tenía otros planes. Planes que yo no buscaba y que tampoco deseaba.

"Mi esposo recibió un libro titulado “El nuevo nacimiento”, que incluía porciones de la Palabra de Dios. Lo que ocurrió después fue sorprendente."

Él cambió, dejó de beber, comenzó a leer la Biblia, a tratarme con amor y con paciencia y a cuidar de su familia. Pero yo no lo creía ¿Cómo iba alguien a cambiar así, de la noche a la mañana? Lo llamaba hipócrita, pensaba que solo actuaba, que solo eran apariencias.

​Y sin embargo, lo vi… día tras día, sin retroceder, con una nueva vida. Hasta que un día, el Señor también me alcanzó a mí. No fue con un trueno ni una visión, fue a través del testimonio de su gracia a través en la vida de mi esposo, con un convencimiento profundo de mi pecado y una necesidad desesperada de su misericordia.

"Mi familia comenzó de nuevo. Esta vez, con la esperanza puesta solamente en Dios. Y ahora podía ver a la familia con la que siempre soñé."

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.”
— 2 Corintios 5:17 RVR1960

Hasta el día de hoy —han pasado más de veinte años— no entiendo cómo un Dios tan santo pudo tener misericordia de alguien como yo, que no lo buscaba, ni lo quería, ni lo respetaba. Pero lo hizo. Me dio vida.

Al principio buscamos un lugar para congregarnos y después de pasar por iglesias con mensajes humanistas y alejados de la verdad, el Señor nos guió a la Iglesia Bíblica de la Gracia. Fue aquí donde pudimos verdaderamente recibir una enseñanza buena y fiel a la Palabra, empezamos a crecer y a vivir verdaderamente el evangelio que da vida.

Doy gracias a Dios porque, aunque estaba muerta en mis delitos y pecados, Él me dio nueva vida. Y eso… eso no lo cambiaría por nada."

“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos)”
— Efesios 2:4-5 RVR1960

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La historia que acabas de leer es extraordinaria, sí, pero no aislada. Es una entre millones de historias que testifican que la gracia de Dios sigue transformando vidas hoy.

​El evangelio no es un conjunto de reglas para portarse bien, ni una religión más. Es poder de Dios para salvación, para quien cree (Romanos 1:16). No importa cuán lejos hayas llegado, ni cuán endurecido esté tu corazón. Cristo murió por pecadores —y todos lo somos.

​Quizás hoy sea el día en que también tú pases de muerte a vida.

“Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.”
– Lucas 19:10 RVR1960