Esto está ilustrado en el Antiguo Testamento cuando Dios puso a Israel en la tierra prometida, una tierra fértil y abundante de leche y miel. Dios les bendijo con una tierra productiva, y les mandó que dejaran descansar la tierra cada siete años.
Seis años sembrarás tu tierra, y recogerás su cosecha; mas el séptimo año la dejarás libre, para que coman los pobres de tu pueblo; y de lo que quedare comerán las bestias del campo; así harás con tu viña y con tu olivar (Éxodo 23:10-11; Cf. Levítico 25:1-7). Dios ordeno esto porque no quería que explotaran y extrajeran toda la vida de la tierra. Si dejaban descansar la tierra cada siete años, esto aseguraría que la tierra se rejuveneciera y volviera a ser productiva en el futuro. Cuando Dios le dio la ley a Moisés, Él les advirtió que si desobedecían, los quitaría de esa tierra (Deuteronomio 28). Tristemente, los hijos de Israel hicieron justamente eso y terminaron bajo justicia—las tribus del Norte cayeron a Asiría en 722 BC., y Judá a Babilonia en 605 BC. En realidad, Dios designo el cautiverio de Babilonia por más de 70 años para dejar descansar la tierra por todos los años que Israel violó la ley Sabática (Cf. Levítico 26:33-35; 2 Crónicas 36:17-21). Entonces, hemos sido encomendados a tratar todo lo que Dios nos ha dado responsablemente. Pero esto, en realidad tiene poco que ver con el movimiento del medio ambiente. El movimiento del medio ambiente está totalmente consumido con preservar el planeta para siempre. Pero nosotros sabemos que esto no es parte del plan de Dios. La tierra en que nosotros habitamos no es un lugar permanente. Es, francamente, una tierra desechable—y va a tener una corta existencia. Ha existido por 6,000 años—es todo—y tal vez durará por algunos miles más. Y luego el Señor lo estará destruyendo. Les he dicho a especialistas del medio ambiente que si ellos piensan que la humanidad está destruyendo el planeta, que se esperen a ver lo que Jesús le va hacer. Pedro dice que Dios, literalmente va a volverlo contra sí mismo como una implosión atómica para que todo el universo termine de existir (2 Pedro 3:7:13). Esta tierra nunca fue planeada para existir para siempre—no es eterna. Y no tenemos que preocuparnos si ocurrirá en miles o millones de años, porque Dios va a crear un nuevo cielo y una nueva tierra. Entender estas cosas es importante para mantener un balance de nuestra libertad de usar y la responsabilidad de mantener la tierra. Aunque esta tierra es nuestra casa temporal, debemos tomar el tiempo para disfrutar la belleza de Dios. Cuidar su jardín. Detenerse a oler las flores. Disfrutar los bosques. Dios creó esos lugares en este planeta para nuestra comodidad y para disfrutarlos. Debemos ser agradecidos.
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